Eva y Lilith, la luz y la sombra.
Mucho se ha utilizado en los últimos años a estas dos figuras femeninas en el panorama New Age y del crecimiento personal femenino. Lilith se ha convertido en el arquetipo de la mujer liberada, empoderada, independiente. La mujer que no se somete, que no reprime su naturaleza salvaje ni sus instintos y que, incluso, se atreve a decirle a Adán que será ella quien se coloque encima de él cuando hagan el amor.
Según esta visión de Lilith, ella fue la primera mujer de la creación, mientras que Eva fue… Bueno, una segundona. Lilith no aceptó someterse a Adán y por eso fue expulsada del Jardín del Edén. Pero, claro, había que buscarle una buena mujer a Adán para que no estuviera solo.
Así que, ¿en qué lugar deja eso a Eva? En el de la mujer sumisa, la que no sabe poner límites, la que no hace preguntas y acata lo que le dicen sin rechistar. En los últimos años parece que Eva ha pasado a representar todo lo que las mujeres de hoy en día no queremos ser, es decir, el arquetipo de la buena esposa que la iglesia católica lleva siglos inculcándonos. En pocas palabras, la compañera «ideal» de un Adán machista y misógino.
Escribir en profundidad sobre las figuras de Eva y Lilith requiriría poco menos que una tesis doctoral, por lo que mi intención con este post no es cubrir todo lo que ambas figuras representan o han representado a lo largo de la historia, y menos aún lo que Lilith representa a nivel astrológico, ya que es un terreno que no conozco y del que no puedo opinar.
Mi propósito es aportar una información que en la actualidad siento que brilla por su ausencia ya que, quienes han querido usar la figura de Lilith para promover un modelo de empoderamiento femenino (y, en muchos casos, ganar dinero con ello) no se han preocupado mucho por entender quién, o más bien qué, es en realidad Lilith ni cuál puede llegar a ser su influencia sobre nuestra vida.
A mi modo de ver hay un problema fundamental que ha hecho que las figuras de Eva y Lilith estén muy distorsionadas actualmente: la desinformación. Y también una cierta ingenuidad, el habernos querido creer una serie de historias que se han romantizado mucho y que en el contexto actual resultan muy atractivas, pero para las que no nos hemos preguntado seriamente ¿de dónde viene todo esto?
El espectro de Lilith es muy amplio, y me planteo hasta qué punto está siendo beneficioso para las mujeres convertirla en adalid de la liberación femenina.
Lleva años vendiéndosenos la idea de que este arquetipo nos proporciona una especie de free pass para hacer todo aquello que antes no nos atrevíamos a hacer bajo la promesa de «despierta a Lilith en ti». Desnúdate. Danza bajo la luna llena. Aúlla. Quítate el sujetador. Haz realidad tus fantasías sexuales. No te depiles. Sé una «devorahombres», ¿por qué no? Lo tuyo es tuyo, y de nadie más.
Lo cierto es que Lilith poco tiene que ver con todo esto.
Es importante decir que, para escribir este post, me he basado en la etimología de algunas palabras, en fuentes bibliográficas y en mi intuición, por supuesto, que para mí es fundamental. Mi intuición es mi brújula, y es la que hace ya unos meses me hizo notar que había cosas en toda la narrativa actual de Lilith que no cuadraban.
Mi intuición me dijo que había algo muy importante que no se estaba teniendo en cuenta sobre la figura de Lilith y que estaba haciendo que muchas personas, especialmente mujeres, empezasen a trabajar con este arquetipo y con su energía (incluso a venerarlo) sin comprenderlo y dejándose guiar por «expertos/as» que tampoco lo comprenden.
Una información incompleta y sesgada transmitida a personas que están en un camino de autoconocimiento, pero aún no de automaestría, es una combinación peligrosa.
Por mucho que la intuición sea imprescindible, la filóloga que hay en mí (5 años estudiando filología dejan su poso) también sabe lo importante que es basarse en hechos y, sobre todo, ir al origen de las cosas para sacar nuestras propias conclusiones y no dejarnos llevar simplemente por lo que otros dicen, por muy tentador que suene.
Y aquí la etimología y las fuentes bibliográficas nos ayudan en el ejercicio de comprender realmente de lo que estamos hablando.
Seguro que no te cuento nada que no sepas ya si te digo que Lilith es la serpiente, que es una representación de la energía sexual del ser humano. Es algo neutro en sí misma, porque que sea «más positiva» o «más negativa» depende de nuestro grado de consciencia y del uso que hagamos de ella.
Lo que es importante tener en cuenta con todas las primeras figuras bíblicas, que se remontan a una tradición antiquísima, es que no son personas específicas, sino conceptos. Lilith y Eva son conceptos, y están relacionados con otro concepto, Adán, que por herencia del cristianismo consideramos que fue el primer hombre.
Y, es cierto, pero solo en parte. Adam en hebreo significa «persona» (no «hombre», sino persona) y procede de la palabra también hebrea adamá (tierra). Persona de la tierra, o hecha de la tierra.
Adán (o Adam) fue el primer ser humano. Y la intuición me dice que en los primeros textos del Génesis escritos en hebreo milenios atrás probablemente no se estaban refiriendo a una sola persona, sino a los primeros seres humanos que poblaron la Tierra.
Por su parte, Eva procede de una palabra hebrea que significa «vida». Ella es la madre de la creación y, por lo tanto, sus energías son las de la nutrición, el amor y la luz. Eva sostiene las mismas cualidades que la Tierra, como madre del ser humano.
Eva no es ninguna mojigata santurrona, ni tampoco una mujer sometida al yugo de su esposo y, francamente, me molesta que haya quien trata de dar esta imagen de este concepto tan elevado que ella representa. Eva es la madre de la creación hecha carne (de la creación en la luz), del mismo modo que la Madre María o María Magdalena lo fueron muchos milenios más tarde.
En cuanto a Lilith, si nos fijamos en los textos antiguos podemos entender mucho más de su naturaleza. Es importante prestar atención a lo que de verdad se dice de ella, en lugar de pregonar libres interpretaciones de las palabras que se usan para describirla que se adapten más a esa imagen moderna y transgresora que trata de vendérsenos últimamente.
En la Biblia, la única mención explícita que se hace de Lilith es, claro, en el Antiguo Testamento «Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso».
Aunque, como suele suceder con absolutamente todos los textos antiguos, hay muchas traducciones distintas de este pasaje y, así, también lo encontramos como «Y las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y el macho cabrío llamará a su compañero; la lechuza también tendrá allí descanso y hallará para sí lugar de reposo». En este caso, la lechuza sería Lilith.
Para mí, esta mención de Lilith en la Biblia no aporta prácticamente nada, y menos aún otro versículo del Génesis donde algunos dicen que hay una clara referencia a ella: «Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; mujer y hombre los creó».
Yo la referencia no la veo clara en absoluto…
Lo cierto es que, aunque se conoce a Lilith a través de sus menciones en distintos textos sagrados del judaísmo, se cree que esta figura nació en la mitología asirio-babilónica, de donde la tomó el judaísmo.
Lilith era un demonio femenino, que curiosamente estaba relacionado con otra de las grandes diosas del panteón sumerio, Inanna. Sí, con Inanna, la «Eva» de la cultura sumeria.
Inanna, la Diosa que abandonó su lugar como «Reina del Cielo» para descender al inframundo en busca de su doliente hermana Ereshkigal, y donde realizó sus iniciaciones para deshacerse de su ego y sus personalidades atravesando siete puertas, por las que se accedía al reino de su hermana.
Y, al final de su recorrido, despojada ya de todos aquellos atributos que la convertían en reina, Ereshkigal ni más ni menos decidió colgarla de un gancho hasta que su cuerpo se pudriese. Actualmente, también hay muchas interpretaciones de este mito en clave de empoderamiento femenino.
Pues bien, a Lilith se la menciona en una tablilla del año 2000 a.C. aproximadamente, procedente de Ur, donde se relata la fábula de Inanna y el árbol Huluppu. Según el relato, un demonio femenino había infestado un sauce sagrado perteneciente a Inanna, y el héroe Gilgamesh (su hermano) decidió resolver esta situación:
“El árbol crecía, (pero) su tronco no producía
follaje, (porque) en sus raíces la serpiente
«que no conoce hechizo» había puesto
su nido; en su copa el pájaro Imdugud había
colocado a sus pequeñuelos; en su interior
la joven Lilith había construido su casa. […]
Su hermano, el héroe Gilgamesh, la asistió
en este asunto. […] entre las raíces abatió a
la serpiente «que no conoce hechizo»; en su
copa el pájaro Imdugud, tomados sus pequeñuelos,
hubo de huir al monte, (y) en su interior
la virgen Lilith, deshecha su casa, hubo
de huir al desierto […]»
El relato nos dice que había un árbol que crecía pero no producía follaje (es decir, no producía frutos) porque había una serpiente, Lilith, que había construido su nido en sus raíces. Gilgamesh se enfrenta a la serpiente, destruye su nido, y esta tiene que huir al desierto (es decir, un sitio yermo donde no puede prosperar).
Lo que se dice de la serpiente, que no conoce hechizo, es muy interesante, porque algo me dice que es la misma «serpiente sin ley» a la que se refiere la Biblia, la que ofreció la manzana a Eva.
Sabiendo, como sabemos, que Lilith es en realidad la energía sexual, lo que podemos entender de todas estas historias es que la serpiente, cuando no está gobernada, crea un nido en las raíces que obstruyen el crecimiento del árbol e impiden que dé frutos, o sea, que se convierte en veneno para el árbol.
Y el árbol no es ni más ni menos que una metáfora del ser humano, Adam, la persona. Con sus raíces, su tronco y su follaje. Su columna vertebral recorrida por siete chakras o centros iniciáticos, las siete puertas que Inanna tuvo que atravesar para poder descender de los cielos al inframundo (de su naturaleza celestial a su naturaleza terrenal).
Lilith, la serpiente sin ley, es la energía kundalini cuando no es encauzada hacia la iluminación sino que se queda en los chakras inferiores (las raíces) envenenando el flujo energético del ser humano e impidiendo que dé frutos ya que, si la energía de creación no asciende desde el segundo chakra, todas nuestras creaciones mueren y se convierten en abortos energéticos.
Cuando la kundalini no se sublima y se queda obstruida en nuestros chakras inferiores produce un exceso de energía en la zona de los genitales y el bajo vientre. En muchas ocasiones esto se manifiesta como un deseo sexual que solo busca saciar la excitación del momento, pero que nunca llega a abrir el corazón, y menos aun la visión interior.
En lugar de usar esta energía conscientemente para crear y expandirnos, la desperdiciamos inconscientemente en actitudes que nos anclan a energías densas y de baja vibración. ¿Por qué? Porque no está gobernada (de ahí el atributo «sin ley») por los centros energéticos superiores, en concreto, el corazón y el sexto chakra, que son los que deben darle su dirección y su propósito.
Por último, la serpiente sin ley para mí representa también el uso deshonesto de la energía sexual, el uso que pasa por alto su carácter sagrado y divino, y que se vale de su poder para usarla como elemento de manipulación.
De hecho, en los últimos años han salido a la luz varios escándalos sexuales relacionados con supuestos «maestros» de tantra y energía sexual que, en realidad, utilizaban el enorme poder de esta energía para situarse por encima de sus alumnos y alumnas y presionarlos para hacer ciertas cosas, valiéndose de una actitud de «yo sé más que tú y voy a decirte lo que tienes que hacer».
Quizá alguien vea también la similitud entre estos supuestos «maestros» y la historia de Lilith según la cual quería ponerse encima de Adán al hacer el amor. La energía sexual que gobierna a la persona cuando, en realidad, debe ser justamente al contrario.
Es el ser humano el que debe aprender a gobernar su energía sexual, su serpiente interna, para que le ayude a alcanzar su máximo potencial, para que le ayude a atravesar las iniciaciones de sus centros energéticos y a convertirse en puente entre el cielo y la Tierra.
Lilith no es el ideal de mujer liberada en pos del cuál se nos ha hecho creer que debemos ir si queremos conocer el auténtico empoderamiento y la libertad. Lilith es la energía sexual en estado bruto, sin control y sin dirección, una energía tan poderosa que si no se usa con discernimiento y sabiduría puede terminar esclavizándonos, en lugar de liberarnos. De ahí que en los textos antiguos se refieran a ella como un demonio, pues puede llegar a alienar completamente a una persona.
A partir de aquí, y si quieres seguir profundizando en este tema, te invito a investigar más y a que saques tus propias conclusiones si hay algo de lo que yo he mencionado con lo que no estás de acuerdo.
Al fin y al cabo, es prácticamente imposible saber con exactitud por qué alguien escribió lo que escribió hace miles de años, o el grado de distorsión con el que han llegado mitos muy antiguos hasta la actualidad, por lo que debes hacer uso de tu propia intuición para comprender qué está alineado con tu corazón y qué no lo está.
Hola!! Mi nombre es Nerina, realmente muy interesante lo que escribis, que profundidad le das a lo que nos han hecho creer durante muchos años.
Dejas con gusto a poco, gracias.
Gracias Nerina, me alegro de que te haya gustado. Iré escribiendo más post relacionados con estos temas, que son realmente muy interesantes, y siento que muchas veces carecemos de información fiable y correcta. Un abrazo!